FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA
27 de abril de 2025
Nos hemos reunido a media mañana del segundo Domingo de Pascua, para celebrar la Fiesta de la Misericordia, Domingo llamado de la Divina Misericordia que instituyo el Papa San Juan Pablo II.
Se inició con el rezo del Regina Coeli, la Hora Litúrgica de Sexta, el Rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia, la Consagración, la Bendición y Reserva del Santísimo y la celebración de la Santa Misa, que fue presidida y por el Rvdo. D. Antonio Cerro Ruíz, Delegado Episcopal de la Pastoral de la Salud y Capellán del Hospital Universitario de Badajoz.
Transcribo su homilía porque la misma no tiene desperdicio alguno y puede servir espiritualmente para lo que la lean:
El Antiguo Testamento es de aquellas partes de la Biblia; pero conocida y muchas veces juzgada muy parcialmente; porque si hay una palabra que se repite con mayor número de veces a lo largo de todo el Antiguo Testamento, es la palabra misericordia; dije: “misericordia”, porque todo el A.T no hace nada más que narrar, toda una historia, una alianza de amor entre Dios y el hombre, y siempre es el hombre el que la rompe, y Dios en su infinita misericordia siempre tiende lazos de amor para que el hombre vuelva su mirada y vuelva al camino establecido por Dios, desde los principios de la creación. De tal manera que hoy que veneramos esta advocación reciente en el tiempo que va calando de forma cada vez mas de forma más importante en ti y en la persona creyente, en el sentir del pueblo cristiano fiel a Dios, tenemos la obligación de ir al origen de esta gran Fiesta, apareciendo una figura de una pobre monja elegida en aquella Polonia, en la cual de la noche a la mañana encuentra esta imagen que se le aparece y con la que habla que es Jesús, en su infinita misericordia.
De tal manera que Jesús abre su pecho y dice torrente inmenso de amor, que fue abierto igualmente una vez muerto en la cruz y que en esa sangre y en esa agua cesa el gran testamento de su amor, el bautismo que nos hace hijos de Dios; como no, la eucaristía que estamos celebrando. Porque necesitamos alimentarnos de la eucaristía, porque sin la eucaristía somos absolutamente nada y porque algunos piensan que comulgamos porque somos mejores que los demás, ¡y que gran error! somos más pobres que nadie porque necesitamos profundamente del amor y de la misericordia de Dios, y que ese alimento que es su Cuerpo y su Sangre transforme verdaderamente nuestras vidas.
Esta es la lección a este cuadro de la Divina Misericordia que nos recuerda una vez más: “Jesús, confío en Ti”. Si tuviéramos grabadas estas palabras en nuestro corazón, seguro que nuestra vidas cambiaria o aprenderíamos a mirar la vida con otra mirada que no sea la nuestra, sino la mirada de Dios.
A Santa Faustina le cambió la vida, ya lo creo que le cambió la vida. La convirtió en una mujer enamorada de Jesús, enamorada de Él, y como en esta vida dice que en esta vida, que no tuvo dificultades, no tuvo cruces; miren nos ha hecho creer que la fe esta chupado, el ser cristiano es algo lay, - muy llevadero- como que no hay problema ninguno; pero olvidamos la palabra clave de este Rosario de la Misericordia: “Por tu dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero”.
La fe nos permite sufrir, asociarnos a la pasión de Cristo, que es tu pasión, son tus dolores, es tu vida diaria; porque quien no tiene una cruz, quien no vive la cruz de cada día, quien por realidades personales, familiares, de la propia sociedad que nos ha tocado vivir, en tu trabajo, donde te encuentres, quien no tiene una cruz, quien hoy no es rechazado incluso mal visto porque tú digas: voy a rezar el Ángelus, o voy a rezar el Rosario o voy a misa todos los domingos.
Mirad, ayer recibió cristiana sepultura el Papa, ahora todo el mundo dirá que mal realmente lo lleve a la vida, los seres humanos somos barros. Cual es la misión del sacerdote o de cualquier de uno de nosotros: solo Dios, sólo Dios. Hasta este pobre sacerdote que os está dirigiendo hoy estas palabras, tengo claro que no soy nada, simplemente un medio, alguien que como tantos a lo largo de la vida, no han más, han intentado vivir su vocación, como servicio y como amor al prójimo.
Cada uno de los que estamos aquí, al igual que Santa Faustina, tenía una misión, ella tiene claro que su misión es extender la devoción al Señor de la misericordia; pero tú también tienes una misión. Cada uno tenemos una misión, y esa misión es la que hoy el Señor nos invita a vivirla desde su amor y desde su misericordia.
Por favor, la fe no nos va a quitar nada, nada; nos va a permitir vivir con la mirada de Dios, y descubrirlo que sigue paseando a nuestro lado, la mayoría de las ocasiones saben cómo, está el Cristo de la Espina, con la cruz acuesta, porque son muchos los que hoy siguen crucificados y nosotros también compartimos la misma fe; sin embargo su pasión y su muerte no tiene la última palabra, para llegar a la Resurrección hay que pasar por la misericordia de Dios, expresada en la pasión y en la muerte para que podamos ver, -digo- para que podamos ver cerca de cada uno de nosotros, en los sacramentos y en la vida diaria.
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero Señor, ten misericordia de este mundo que vive a las espalda de Dios, en una fe que parece como las piedras del rio empapadas pero que muchas veces en su interior están muy secas, y necesitan tu testimonio, necesitan de cada uno de nosotros, necesitan de una fe extraordinarias.
Jesús, confío en Ti. Porque termino con esta palabra; porque no se les olviden por nuestras fuerzas no podemos hacer absolutamente nada, absolutamente nada, en la misericordia de Dios y poniendo en Él la confianza, absolutamente el Señor realmente el Señor hará grandes cosas a través de nosotros. Asi sea.
El templo de nuestra iglesia estaba rebosando de fieles que valoran esta fiesta que nos alegra el corazón y no pide la conversión para poder ganar la Indulgencia Plenaria, que podemos recibir con el cumplimiento que nos pide la Santa Madre Iglesia.
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