SOLEMNE TRIDUO A SANTA CLARA. 2025
En el marco de este año centenario de los 800 años del Cántico a las Criaturas y coincidiendo con los ocho siglos del cántico Audite Poverelle, hemos celebrado como preparación a la fiesta de Santa Clara, un Solemne Triduo.
Con el Santísima Expuesto, hemos realizado el Ejercicio propio de la Santa, y ocultando el mismo se celebró la Santa Misa.
Presidiendo la Eucaristía los dos primeros días, el 9 y 10 de agosto de 2025, D. Francisco José Trabadela Gómez, Capellán del monasterio, donde en su pequeña homilía dejó claro que tenemos que estar vigilantes, para cuando venga el Señor, a cada uno de nosotros y no nos despistemos. Tenemos que estar suplicando, como lo estuvo Clara de Asís, era una joven agraciada físicamente y también agraciada por las raíces que tuvo; era una familia noble, rica, poderosa; sin embargo ella estuvo atenta esperando a la llamada de Dios; y dejó todo lo que tenía, para irse a fundar con Francisco y compartir un fiel proyecto de vida.
Hemos sido creados para ser imagen de Dios, y esa imagen de Dios la hemos estropeados nosotros con nuestro pecado El monte que queremos escalar, no está lejos de nosotros; está dentro de cada uno de nosotros, hasta hacer en nosotros las palabras del poeta mixtico: “Yo soy un monte de Dios, y debo escalarme a mí mismo para que el Señor, me enseñe su bello rostro”. Que nosotros a los largo de nuestra vida seamos capaces de no perder de vista, el rostro de Dios, y nos acompañe, como acompaño a Clara de Asís, a lo largo de su vida.
El domingo por la tarde tuvimos la satisfacción de la visita de nuestro querido hermano el Padre Fr. Joaquín Domínguez Serna, ofm -que a partir del mes de septiembre será el Vicario de la Fraternidad de San Buenaventura, en Sevilla-.
Fue una tarde muy familiar y donde volvimos a dar gracias a Dios, por el don de los hermanos. Agradeciéndole de todo corazón, su afecto y también su detalle a pesar de estar a 45º Compartimos una buenísima granizada que las hermanas de Montijo habían echo y nos regalaron, el día anterior nos regalaron.
Seguidamente rezamos las I Vísperas de Santa Clara, el Rezo del santo Rosario, la cena, la recreación y culminamos con una preciosa Vigilia donde la Liturgia de las horas nos esponjó el alma y celebramos la Pascua de Clara, con el tránsito.
La Misa Solemne de Santa Clara, la presidió y predico el Muy Iltre. Sr. D. Feliciano Leal Cáceres, Vicario de Religiosas de nuestra Archidiócesis de Mérida-Badajoz, y Canónico de la S.I.C
Esta fue la bella homilía que expuso en nuestra iglesia; por si le sirva alguna para su espíritu:
“Paz y Bien.
Celebramos hoy la fiesta de Santa Clara, humilde planta del bienaventurado padre Francisco, con quien fundó vuestra Segunda Orden, la de hermanas pobres de Sta Clara, más conocidas como hermanas Clarisas. Lo celebramos con gran gozo pues, a pesar de la distancia respecto a la época en que vivió, allá por la primera cincuentena del siglo XIII,…aún en esa distancia, ella sigue ayudándonos -en la comunión de los santos- a seguir caminando con esperanza en este año jubilar 2025.
Sabemos bien que el Señor nos da, desde su Sagrado Corazón, su gracia = su presencia fuerte en nosotros (como el Papa Francisco se ha encargado de decirnos en su encíclica Dilexit Nos); nos da su gracia para que sigamos caminando juntos, como iglesia, como comunidad, sea en la familia, sea en el convento, poniendo todo de nuestra parte, orando y con el mazo de nuestra vida dando, para que, con ella cambiemos nuestro mundo. El Señor de nuestra Iglesia y esa Iglesia de nuestro Señor os necesita, hermanas, necesita vuestra aportación espiritual, vuestra vida renovada y fortalecida en vuestro trato continuo con el Amor de los Amores, en la Eucaristía y en la Palabra, en la Adoración y en la oración personal y comunitaria, en la liturgia y la meditación, altares que Dios os ofrece para que en ellos presentéis al mundo y sus necesidades.
A nivel de familia franciscana estáis viviendo el 8º centenario del Cántico de las Criaturas que compusiera el santo amigo, el santo hermano de Clara, el Padre San Francisco, y el 8º centenario también del momento en que el Seráfico Padre, os escribía la Exhortación que compuso para vosotras: “Pobrecillas por el Señor llamadas”, en la que os pedía (y se os sigue pidiendo en la Iglesia de hoy) que viváis en la verdad para morir en obediencia, que viváis en la verdad para morir en obediencia, que en nuestro tiempo parece hasta sonar con toda su fuerza y con toda actualidad.
Uniendo esto al deseo de paz que dijimos al principio, recordemos esas hermosas palabras que pronunció el Papa León XIV el día que fue nombrado, cuando salió al balcón de la logia de la basílica de San Pedro y dijo: que la paz que trae el Señor y que él deseaba, la paz que debemos desearnos y trabajar todos por ella es: una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante, que proviene de Dios que nos ama incondicionalmente. Una paz que estando en el corazón de cada uno, alcance a las familias, los pueblos y el mundo, que tanto necesitan de la luz de Cristo y de su paz. Nosotros debemos ser portadores de la misma. Vosotras, especialmente.
Y qué bien vienen las palabras del Poverello de Asis, San Francisco o, por lo menos a él atribuidas: “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz, que donde haya odio yo ponga amor, donde haya ofensa, yo ponga perdón, donde haya tristeza yo ponga alegría, donde haya discordia yo ponga unión, donde haya ofensa yo ponga perdón”.
En este sentido, vosotras, hermanas, sois especialmente llamadas a vivir esa paz y a transmitirla desde el convento a toda la ciudad, desde la ciudad a todos… A ejemplo de vuestra Santa Clara: que fue mujer de paz interior, no porque no tuviera dificultades o problemas, sino porque tenía la fuerza del Espíritu que le permitía vivirlo todo con confianza y esperanza y en una entrega total a Dios y al prójimo. Su vida contemplativa, centrada en la oración y la meditación era la fuente de la que bebía para estar siempre con una profunda paz. Paz que supo promover en su comunidad, fomentando el espíritu de amor fraterno, la comunión y el perdón mutuo entre sus hermanas. Ella se caracterizó por su humildad y comprensión y por una vida centrada en la pobreza, su regla de vida pacífica y ordenada, mostrando que la verdadera riqueza no está en las posesiones, sino en la relación con Dios y con los demás a los que uno ha de entregarse. Todo esto era lo que la llevaba y os puede llevar a vosotras (y a todos) a una serenidad duradera y a la esperanza que no confunde, sino que orienta al Reino que nos trajo Jesús; si estamos unidos a Él, florece la alegría y cambia la vida. Su esperanza hemos de llevarla sin tardanza, como peregrinos de luz en las tinieblas del mundo, como dijo el Papa Francisco cuando inauguraba el Jubileo que estamos viviendo. Spes non confundit: la esperanza no confunde.
Todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido; allí donde la vida está herida; allí donde las expectativas han sido traicionadas; allí donde los sueños se han roto; allí donde los fracasos destrozan el corazón; allí donde el cansancio hace que no se pueda más; allí donde la soledad amarga; allí donde se siente la derrota; allí donde el sufrimiento que devasta el alma…
Hay que llevar la luz, la paz y la esperanza allí donde vives. Y si puedes, en tu voluntariado, si es entre los presos, si es en los comedores sociales, si es en la misma calle, si es en una asociación equis, sea donde sea, donde vives; haciendo que los días no sean tan largos y vacíos. Todos orando, sobre todo ustedes, hermanas, y todos ayudando, sobre todo los que están o estamos en la vida, a esas personas que sufren, viven y mueren en los lugares profanados por la guerra y la violencia. Llevar esperanza aquí y allí, sembrar esperanza aquí y allí.
Quizás es buen momento para preguntarnos si yo estoy llevando luz, paz y esperanza. Quizás sea buen momento para preguntarme si donde vivo estoy siendo cauce de luz, paz y esperanza. Quizás sea buen momento para preguntarme si puedo llevar luz, paz y esperanza a algún otro lugar. Y así pedirle a Santa Clara que nos ayude en la tarea, que nos apoye, a vosotras como hermanas menores y a todos y cada uno en nuestro estado, viviendo en la verdad para morir en la obediencia, llevando la paz, signo de la esperanza que no confunde, sino que ilumina…”
En este día se notó más afluencia de fieles y al final de la misma se dio a venerar la reliquia de nuestra Madre Santa Clara.
Que Santa Clara, nos ayude a vivir con esperanza, nuestra consagración al Señor.
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