lunes, 8 de diciembre de 2025

 SOLEMNE TRIDUO 

A LA INMACULADA

CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA 

VIRGEN MARÍA

DEL 6 AL 8 DE DICIEMBRE DE 2025

 

 

En estos tres días del 6 al 8 de diciembre de 2025 nos preparamos para la gran fiesta de la Inmaculada Concepción, con un Solemne Triduo.

El Adviento es tiempo de esperanza, y por lo mismo es tiempo de conversión. Nuestra Madre con esta fiesta, nos va preparando previamente al nacimiento del Redentor.

El día 6 de diciembre, rezamos el Santo Rosario, a las 13.00 h. y seguidamente la Santa Misa. Mientras que los días 7, 8 fue a las 12.00 h. del rezó el Santo Rosario, el Ejercicio del Triduo, y a las 12.25 h. la Bendición y Reserva del Santísimo, para continuar con la Eucaristía.

 

     En estos días una vez más encomendamos al Rvdo. Sr. D. Francisco José Trabadela Gómez, el presidir y predicar, este Triduo, que con tanto gusto se prepara, y expresa el amor que le tiene a la Virgen Santísima.

Nuestro capellán en estos días, deseó en sus cortas y profundas homilías, ayudar a esta comunidad cristiana, adéntranos en este tiempo de gracias.

Es bueno recordar que el pueblo de Israel, el pueblo de Dios, está esperando con todo entusiasmo la venida del Señor.

El acceso de Israel al régimen de la fe, constituye un giro completo en la historia religiosa de la humanidad. El pueblo de Israel ha sufrido muchas persecuciones a lo largo de su historia; ha sido maltratado; pero también ha sido acompañado de la bondad de Dios, que le ha traído a la tierra prometida. Esta es la tierra de la espera, pero que no es la plenitud de los tiempos; que llega plenamente con el nacimiento del Hijo de Dios. Después de ese “sí”, valiente e incondicional de la Santísima Virgen María, en el que el Ángel de la Anunciación, le dice,  que ha sido elegida para ser Madre de Dios. Este “sí” de María entra en el plan de salvarnos.

A la esperanza va unido el deseo, y el deseo va unido al compromiso. Comprometernos es lo que espera el Señor, de nosotros. Lo que es cierto, que es necesario salir de la inercia, pereza y del egoísmo.

El evangelio del II domingo de Adviento nos presenta la figura de San Juan Bautista, que es el precursor del Señor, que insiste en la conversión de cada uno de nosotros. Es necesario la conversión porque está cerca el Reino de Dios. Ese Reino de Dios, que dio comienzo en María, la Virgen: desde el anuncio, de la formación religiosa que recibió de sus padres; todo esto ya dede antes del nacimiento de Jesús. Ella esperaba ese Reino de Dios, antes del nacimiento de Jesús, ella esperaba ese Reino de Dios, para todos.

La fe de María es la religión de la espera, en ella puedo realizarse el paso de la religión de la espera, a la religión del cumplimiento. En esta fe culmina la búsqueda religiosa de la humanidad entera. Jesús,  gracias a su Madre, recibió los tesoros de la fe, asegurados por generaciones en Israel.

Y fue ampliamente educada en la fe, de sus padres. Asi lo hizo María con su Hijo Jesucristo.

Para concluir queremos decir, que hemos celebrado con gozo la patrona de la Orden y Patrona de España y para ello damos gracias a Dios, que nos lo ha permitido.

Que la Virgen María, la Inmaculada Concepción, la que no tuvo pecado, desde su concepción nos guie a una autentica conversión de corazón, y asi podamos sentirnos alegres, contentos participando de la alegría que trae el Señor, al mundo.

 

“Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

 


 









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