Un triduo Solemne es él se celebró en nuestra Iglesia, para prepararnos a la fiesta de la Patrona de la Orden Franciscana, la Bienaventurada Inmaculada Concepción.
Los cultos de estos tres días fueron por la tarde, en este comienzo del Adviento, donde todo ello es mirar, contemplar y saborear la vida de Santa María.
El Rezo del Santo Rosario, el ejercicio del Triduo, la Reserva y Bendición del Santísimo, y la celebración de la Santa Misa.
El día 6 de diciembre de 2020, presido y predicó el Rvdo. Sr. D. Francisco José Trabadela Gómez, Capellán de Monasterio, fijándose en el segundo domingo de Adviento, donde se escucha en el Evangelio: “una voz que grita en el desierto”. Diciendo que esta pandemia seguro nos está haciendo reflexionar, y nos debe ayudar a pensar en lo esencial de nuestras vidas.
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Se fijó en una homilía del Papa Emérito Benedicto XVI, comentado la bandera de la Unión Europea, que tiene 12 estrellas en círculo, y que representa a las 12 tribus de Israel, el pueblo escogido.
Vemos a la Inmaculada pisando la serpiente, que es el símbolo de dar muerte al pecado.
Ella es la esperanza de nuestra vida, y se nos revela como “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
Al mediodía del 7 de diciembre de 2020, a las 12.30 h. presidió y predicó en la Santa Misa, el Rvdo. Sr. D. José Manuel Álvarez Maqueda, Capellán del Hospital del Perpetuo Socorro de esta ciudad, y Delegado de la Pastoral Sanitaria de la Salud, de esta Archidiócesis de Mérida-Badajoz.
Una homilía hermosísima en el cual presento a María como la llena de gracia y preservada de todo pecado.
Nuestra presencia esta en dos mujeres: Eva y María. La primera es la mujer débil y la segunda es una mujer que nos fortalece, siendo un instrumento privilegiado.
Adán fue el niño caprichoso que rompió el juguete -sin estrenar- que Dios le había regalado, y con el pecado trastoco el plan de Dios.
La maternidad divina de María es el fundamento de toda la teología de nuestra fe, maternidad que refleja la maternidad de Dios. Ella es la Corredentora y su función es de corredención, y de unión con su Hijo Jesús. Ella cooperó a la maternidad de Dios y nosotros somos redimidos por su Hijo.
El día de la Inmaculada la celebración fue a media mañana, contando con el Capellán, donde en la predicación exaltó a la Inmaculada como medio de salvación del género humano. Imitemos el amor a la virgen ahora y siempre.
En estos días también participaron algunos hermanos Terciarios Franciscanos, de esta ciudad.
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