miércoles, 6 de diciembre de 2023

SOLEMNE TRIDUO 

A LA INMACULADA CONCEPCIÓN


      Consagramos tres días de preparación para obsequiar a nuestra Madre Santísima, en su misterio de la Concepción Inmaculada, la toda Pura, que arrebata nuestro corazón y le hace sentir aspiraciones del cielo y deseos de santidad. La Orden Franciscana a es la que tanto defendió este Dogma, con el Doctor Seráfico el Beato Juan Duns Escoto, cuyo culto fue confirmado hace treinta años. Por eso la Inmaculada Concepción es la Patrona de la Orden Franciscana. Y también Patrona de España, nación que ponemos bajo su amparo y protección.

     Los días 6 y 7 de diciembre de 2023, iniciamos el Santo Rosario y el Ejercicio del Triduo, a las 13.00 h. y seguidamente la Bendición y Reserva del Santísimo, para celebrar la Santa Misa a las 13.30 h. que presidió nuestro querido Capellán el Rvdo. Sr. D. Francisco José Trabadela Gómez, y predicando Mons. Alberto José González Chaves, a quien tuvimos el sumo gusto de invitarle.

 

     Las homilías fueron muy breves -porque el tiempo de la misa no es el más apropiado para extenderse más; pero brillantes, explayándose en el amor personal que tiene a la Reina del cielo, María Santísima.

    ¿Quién es la Inmaculada? ¿Quién es? Porque llevamos toda la vida con la Purísima, el día de la Pura, “la limpia Concepción”, como se dice en Andalucía, la tierra de Mª Santísima, la Inmaculada… ¿Hemos profundizado en quién es?

    Nos enseñaba hacerlo ese hombre grande, colosal en la profundidad de su pensamiento, y al mismo tiempo tan asequible para entenderlo, nuestro inolvidable Benedicto XVI. Todos los años tenía dos intervenciones sobre la Inmaculada. En el primer año de su pontificado, en el 2015, tuvo una larga homilía en la misa de la Inmaculada. Ahí en la mitad de la misma en donde se preguntaba y nos hacía preguntarnos: ¿Qué significa María la Inmaculada? ¿Qué tiene que decirnos este título? Lo desgranaba desde dos lugares de la Sagrada Escritura: El relato maravilloso de la Anunciación del Ángel, a la Virgencita de Nazaret, anunciándole la venida del Mesías. “¡Alégrate, María, la que ha sido llenada de gracia, la absolutamente amada del Señor!”. Esto es traducido para nosotros es como: “la Gracia plena”.

    Ella es una mujer y humilde aldeana; pero que procede de una estirpe sacerdotal, la de Israel, pertenece al resto escogido del pueblo santo.

    En María es quien no hay mezcla de mal, la morada de Dios. Es la casa viviente de Dios. La Inmaculada es el que habita el Señor, en el que encuentra el lugar de su descanso. María es la casa viviente de Dios. Ese Dios que no habita en templo de piedras, sino sobre todo habita en el corazón del hombre. Entonces en esta noche invernal de la historia, bajo la nieve, cuando parece que es imposible que germine nada, brota el retoño del tronco abatido de David, y en María se cumplen las palabras, del salmo 67 que tantas veces  repetimos en Adviento: “La tierra ha dado su fruto”. La tierra es María, de ella deriva el árbol de la redención y de los redimidos. Ahí dice Benedicto XVI:   en María Dios no ha fracasado, en María Dios luce en su amor, su misericordia; aún más que su poder.

    En el capítulo tercero del Génesis, que los escrituristas  llaman el protoevangelio, narra aquella maldición de Dios a la serpiente, al demonio: “Pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya”, porque esta estirpe de la mujer con mayúscula; es decir su descendencia, el Hijo de María, aplastará la cabeza.

    María Inmaculada se celebra en propio Aviento, porque es la fiesta de la esperanza.

    Hagamos como María: “Hágase en mí según tu Palabra”. No según la palabra de los medios de comunicación, no según la palabra de los políticos, no según la palabra de los santos profetas, no según la palabra de mi propio yo, de mi egoísmo, de mi soberbia. Hágase en mí Dios mío, según tu voluntad. Esto es lo que nos enseña esta mujer, que con su pie aplasta la cabeza de la serpiente y con su presencia en nuestras vidas destierra la muerte del pecado y el influjo de satanás, el padre de la mentira.

    España se salvará por la oración, y la penitencia, el cumplimiento  de un puñado de almas fieles y familias buenas que han de salvar a nuestra patria, que hoy sigue veranando a su Madre Inmaculada y lo hacemos meditando en el pasaje de la Escritura, tan doliente y tan esperanzadora al mismo tiempo: el hombre seducido por la mujer tentada por la serpiente a su vez, es infiel a Dios, hombre dado y solicito a la soberbia, avaricia, lujuria,  pereza, ira, gula como los pecados capitales expresados aquí: seréis como Dios.

    Nuestro querido e inolvidable Benedicto XVI, en un día como hoy de la Inmaculada, dijo que Alginos Creen Que una persona Que no peca nunca, en el fondo Es aburrida, Porque le falta autonomía Y LIBERTAD. PERO EN REALIDAD ES EL PECADO LO QUE ALIENA A LA PERSONA, QUE DEJA DE ACTUAR CON LA ÚNICA LIBERTAD POSIBLE : LA DE LA VERDAD Y EL BIEN. CON EL PECADO, el hombre CONSTRUYE su propia tumba, AL TRATAR DE CONSTRUIR su vida sin Dios.

     El hombre está construyendo su propia tumba, y su vida sin Dios.

    Aprovechó en este momento tan oportuno para invitar a los fieles acudir al sacramento de la confesión, que tan olvidado lo tienen muchas personas y que sin limpieza de alma acuden a recibir la santa Comunión.

    Los dos primeros días mientras D. Francisco celebraba Misa, el predicador estuvo en el confesionario para dar la oportunidad a los fieles a reconciliarse con Dios.
El día de la Inmaculada, mientras el rezo del Santo Rosario, por la unidad de España, el Capellán estuvo confesando. A las 12.25 h. la Bendición y Reserva dele Santísimo, continuando con la Santa Misa presidida por Mons. Alberto José y concelebró el Rvdo. Sr. D. Francisco José.

 

 “Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”.

 




 

 
 
 
 
  
 
 
 
 





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