domingo, 15 de junio de 2025

Contemplativas en 13 TV

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

RETRANSMISIÓN DE LA SANTA MISA POR TRECE TV

15 de Junio de 2025

 


El  domingo 15 de junio de 2025, Solemnidad de la Santísima Trinidad, se celebraba la Jornada Pro Orantibus, que pone en el centro a la vida contemplativa y TRECE TV retransmitía para toda España la misa dominical, a las 12.00 h., desde la Catedral de Badajoz, presidida por el Arzobispo de Mérida-Badajoz Mons. Fr. Fr. José Rodríguez Carballo, ofm y con la presencia muy numerosa de religiosas de vida contemplativa de diversas órdenes de la archidiócesis.

 En su homilía, Fr. José habló de la Santísima Trinidad, afirmando que «Dios es comunión, fraternidad y familia», además de diálogo, apertura, misericordia, compasión, gracia… «El misterio de la Santísima Trinidad nos estimula para vivir por y para los demás», apuntó el Arzobispo de Mérida-Badajoz, quien recordó que «estamos en el mundo para amar y ser amados». Además, tuvo palabras para la vida contemplativa, «llamada a ser faro en medio de las tinieblas» gracias a la oración, «corazón» de este estado de vida y que les lleva al encuentro con «el Padre de la Misericordia». Fr.. José afirmó que la vida contemplativa, fraterna y en comunidad es ejemplo para los cristianos, nos agradeció nuestra vida como pilar fundamental que enriquece a toda la comunidad cristiana. Por último, nos pidió que mantengamos viva la esperanza.

 

Participaron de esta eucaristía la fraternidad de Santa Ana, tres hermanas de este monasterio de Clarisas Descalzas, tres hermanas de las Clarisas de Llerena y la comunidad de MM. Carmelitas de esta ciudad. Nos acompañaron en esta fiesta de Pro Orantibus, bastantes hermanas de la Vida Activa y del Orden de Vírgenes.

Al terminar la celebración de la Santa Misa, Fr. José se dirigió a nosotras para agradecernos nuestra presencia y para felicitarnos en este día en que toda la Iglesia Española ora por los contemplativos y contemplativas. Este fue un momento muy entrañable que terminó gozoso con la foto de familia.

Concluyendo esta solemne ceremonia las hermanas regresamos a nuestros monasterios muy contentas para contagiar y dar esperanza a nuestras hermanas.

También deseamos compartir en este día, el bonito gesto fraterno de nuestras hermanas Clarisas de Llerena, que estuvieron comiendo con nosotras en nuestro monasterio, y donde una vez más nos llenamos de satisfacción, por estar juntas y compartir juntas. Esto fue para ambas fraternidades un acto histórico. ¡Bendito seas Señor, por el don de los hermanos!

En Alabanzas de la Santísima Trinidad.

 

 


 


 
 

 
 

 




VIDEO







PRO ORANTIBUS

Homilía pronunciada por Mons. Fray José Rodríguez Carballo, ofm

Arzobispo de Mérida-Badajoz

(Catedral de Badajoz, 15/06/2025)

 

 


           Queridos hermanos y hermanas, particularmente vosotras y vosotros hermanas y hermanos contemplativos: ¡El Señor os dé la paz!

 Celebramos hoy la solemnidad de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, la fiesta de los cristianos, más aún, hoy es la fiesta de la humanidad redimida, de aquellos que, habiendo sido creados a imagen y semejanza de la Trinidad, por el bautismo somos hijos del Padre, hermanos del Hijo, templos y sagrarios del Espíritu Santo. Cada uno de nosotros llevamos en lo más profundo de nuestro ser la huella de la Trinidad, la huella de Dios-Amor, un amor que se manifiesta en la creación, la salvación y la santificación de la humanidad. Y porque somos imagen del Dios, Uno y Trino, y éste es Amor, todos estamos hechos para amar, todos estamos llamados a vivir en el amor. Por el bautismo todos estamos llamados a tomar parte de la vida íntima de Dios, fuente de amor inacabable: “En él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28). Y puesto que Dios nos ha creado para conocerlo y amarlo, y para estar siempre con Él, en Dios está la plenitud de nuestra existencia.

 Dios es comunión, Dios es fraternidad, Dios es familia. Tal vez esta sea la mejor definición de Dios, tal como se nos revela en el misterio de la Santísima Trinidad. Y si Él es familia -Padre, Hijo y Espíritu Santo-, porque hemos sido creados a su imagen y semejanza, también nosotros formamos una familia, la familia de los hijos de Dios. Dios, nos dice san Juan, es Amor (1Jn 4, 16), todo y solo Amor, pero precisamente por ser Amor es apertura, acogida, diálogo entre las tres divinas personas, y en relación con nosotros, seres pecadores, es misericordia, compasión, gracia, perdón. Dios no vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega y se comunica incesantemente.

 El misterio de la Santísima Trinidad, según el cual cada Persona vive para la otra, no para sí misma, nos estimula a vivir con y para los demás. La Trinidad, como recordaba el papa Francisco, nos enseña que no se puede estar nunca sin el otro. No somos islas, somos familia, somos seres en relación. Estamos en el mundo para amar y ser amados, para vivir abiertos a los demás.

 Hoy celebramos la Jornada pro orantibus. Lo hacemos bajo el lema Orar con fe, vivir con esperanza. Como afirma Vultum Dei quaerere, Constitución apostólica para las contemplativas, “la oración es el corazón de la vida contemplativa” (4, 1). A través de ella descubrís, queridos contemplativos, a Jesús como el tesoro de vuestra vida, la herencia más hermosa que os ha podido tocar, así como la esperanza que no defrauda y que mora en la celda de vuestro corazón, “en la soledad del claustro y en la vida fraterna en comunidad (VDQ, 9).

 Por vocación y misión estáis llamados/as a ser faros de luz en medio de las tinieblas, antorchas que iluminan la noche oscura de los tiempos, centinelas de la mañana que anuncian el nuevo día de nuestra historia. Seréis faros, antorchas y centinelas si sois hombres y mujeres de oración, de una oración que, a ejemplo de la de Jesús que muy a menudo se retira a lugares solitarios para encontrarse con el Padre, os lleve, también a vosotros y vosotras, con el Padre de las misericordias y con los hermanos; si vuestra vida está sostenida por una fe recta y una esperanza que sabéis que no defrauda, pues está puesta en Jesús (cf. Rm 5, 5). Sí, seréis faros, antorchas y centinelas si vuestra vida es testimonio de una vida fraterna humana y humanizante, en la que cada uno vive no solo con, sino para los demás, acogiendo al hermano, a la hermana como un don del Señor.

 Queridos hermanos y hermanas contemplativos/as: con vuestra vida nos mostráis el primado de Dios, al que estamos llamados a amar “con todo el corazón, con toda el alma y con todas nuestras fuerzas” (Mc 12, 30; Dt. 6, 5-9). Con vuestra vida contemplativa nos estáis gritando, como la amada del Cantar de los Cantares: “Mi amado es mío y yo soy de mi amado” (2, 16). Y con vuestra vida fraterna en comunidad nos estáis diciendo que es posible caminar juntos, soñar juntos. Nos mostráis que la fraternidad no es una mera utopía, sino una hermosa realidad que estamos llamados a construir.

 Hoy os queremos agradecer ese precioso servicio a la Iglesia y a la humanidad. Como tantas veces se preguntó el papa Francisco, ¿qué sería de la Iglesia y del mundo sin los contemplativos y las contemplativas? Seguro que le faltaría algo para ser realmente la Iglesia querida por Jesús. La vida contemplativa, tanto masculina como femenina, es un pilar fundamental que enriquece la comunidad cristiana, ofreciendo un ejemplo de entrega, de fe y de silencio que inspira a todos los creyentes. En un contexto de secularización y pérdida de referentes espirituales, la Iglesia necesita más que nunca de vuestro testimonio de amor incondicional a aquel que os amó primero (1Jn 4, 19). Seguid mostrándonos con vuestra vida contemplativa el primado de Dios y la riqueza de tener hermanos y hermanas.

 Enmarcada en el Año Jubilar, esta Jornada resalta la belleza de vuestra vocación contemplativa como testigos del Dios vivo y testimonios vivos de esperanza. Persuadidos de que Dios hace lo que promete (cf. Rm 4, 21), seréis capaces de vivir con esperanza aun en medio de las pruebas. “Apoyados por la esperanza contra toda esperanza” (Rm 4, 18), sabiendo de quien os habéis fiado (2Tim 1, 1) y que para Él nada hay imposible (Lc 1, 37), mantened viva la esperanza, que no se fundamenta en nuestros “carros y caballos”, en los números o en nuestros proyectos, sino en la fuerza de Dios que se manifiesta en nuestra debilidad (2Cor 12, 9). Que nadie ni nada os robe la esperanza. No nos privéis de ver en vosotros y vosotras hombres y mujeres profetas de esperanza.

 Queridos hermanos y hermanas que nos seguís a través de esta retrasmisión, mientras reconocemos la invaluable contribución de la vida contemplativa a la vida espiritual y pastoral de la Iglesia en todo el mundo, oremos, especialmente hoy, por aquellos y aquellas que oran siempre por nosotros.

 Paz y Bien, hermanos y hermanas. Fiat, fiat, amen, amen



 

 

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